Los reflejos primarios se desarrollan durante las primeras etapas de la vida intrauterina y son la base neuropsicológica para la construcción de todos los movimientos aprendidos. Estos reflejos se integran en el recién nacido para dar paso a los reflejos posturales, los cuales son voluntarios.
En caso de que los reflejos primarios no se integren en el infante tempranamente, surgirán movimientos compensatorios que generarán un desarrollo inadecuado de los reflejos posturales. La falta de libertad en los movimientos intencionados repercutirá a su vez en la concentración, la memoria, el pensamiento y otros procesos intelectuales.
La estimulación de los reflejos primarios y posturales genera un cambio positivo y profundo en el comportamiento, la comunicación, la socialización y el funcionamiento académico del niño o niña.